De Valle Galera.

Instalación que representa un salón y un dormitorio. No un salón y un dormitorio cualesquiera, sino unos muy concretos: los que la autora registró en dos fotografías que formaban parte de sendas series anteriores, en las que dos mujeres transexuales posan en su espacio privado. Dentro del espejo es la puesta en escena, o mejor dicho la puesta en sala de esos dos espacios. Su reconstrucción. Su apropiación dentro de una exposición. Y en el desplazamiento que va de las dos dimensiones del papel a las tres del espacio, su interpretación, pues las imágenes que aparecían en el salón y el dormitorio originales han sido sustituidas por otras. En efecto, en las dos fotos de partida hay un espejo rodeado de imágenes, que a las protagonistas de las tomas les servían de referencia para convertirse en la mujer que quieren ser. Dos modelos muy diferentes de mujer, físicos y psíquicos: la aristócrata del salón parece elegir a la Reina de Inglaterra, mientras la estudiante del dormitorio a las andróginas y bellas modelos de las revistas de moda. En todo caso ambos ideales se nutren del gran imaginario del eterno femenino: millones de vídeos y fotos, como antes pinturas y esculturas, de otras mujeres. La mujer de hoy es heredera de la mujer de ayer y de la mujer de antesdeayer: se ha ido construyendo a través de las imágenes de la historia. Ahora bien, ¿qué pasa cuando no hay imágenes de las que partir, aunque sea para criticarlas? Es lo que sucede con la transexualidad: no existe oficialmente una historia de imágenes de la transexualidad. Aquí, en las paredes de la exposición, quedan desvelados los hitos de una posible historia visual transexual, necesariamente breve además de subjetiva. Todas las mujeres representadas en la instalación son transexuales. En el dormitorio, Valle Galera se apropia de imágenes publicitarias que convierte de nuevo en revistas con modelos y actrices de diferentes épocas. En el salón convoca a mujeres relacionadas con el poder, desde el rey Bhangasvana o una incierta emperatriz romana a fotos actualísimas. Dentro del espejo nos invita a adentrarnos en dos espacios privados, dos espacios rotos y unidos por la superficie del espejo. Al situarse en un punto señalado en el suelo, el espectador ve cómo todos los muros de las habitaciones se funden en una sola imagen que incluye su propio reflejo dentro. Así, puede llegar a formar parte, virtualmente, de un mundo transexual del que quizá no había sido consciente al entrar.