Antonio lucha por nacer en la primavera de 1972 y su batalla por la vida, enfrentándose a negligencias médicas nunca reconocidas, le deja secuelas físicas y mentales que, si bien nunca le borraron de la cara su inocente sonrisa, le privaron del habla, la fluidez en el aprendizaje y la agilidad en el movimiento. En sus creaciones ha utilizado lápices, ceras de colores y bolígrafos, con los que empezó a soltarse en el dibujo, encontrándose más cómodo actualmente con el uso de rotuladores, de todos los tipos imaginables, que alterna con lápices de colores.