Fotografías del entierro del pintor
Un 10 de mayo de 1930 nos dejaba Julio Romero de Torres, con la ventana abierta a un patio cordobés.
La luz del patio de su casa, junto al Museo de Bellas Artes de Córdoba, entre cuyas salas corría de pequeño y dónde encontró la fuente de inspiración para sus obras, le acompañaron ese día. No hubo en Córdoba quien no le llorara. Las tiendas y las tabernas cerraron aquél día, contándose por miles los cordobeses que fueron a despedirle al museo, en cuya sala IV, rodeada de los cuadros de Antonio del Castillo y decorada con multitud de coronas de flores, se situó la capilla ardiente, custodiada por su fiel galgo Pacheco.
El féretro salió del museo y recorrió las calles de Córdoba a hombros de los obreros cordobeses, mientras miles de personas lo esperaban para verlo pasar. Los balcones lucían colgaduras negras, desde donde hubo un constante caer de rosas y claveles sobre el ataúd. En la plaza de Capuchinos, ante la iglesia de los Dolores, la violinista Cristeta Goñi interpretó La Reverie de Schumann, en uno de los momentos más emotivos del trayecto hacia el camposanto, donde desde entonces reposa, junto a su familia.
En este año en que se celebra el 150 aniversario del nacimiento de Julio Romero de Torres, mostramos una selección de fotografías del entierro del pintor, así como anuncios en prensa y la portada del periódico El Liberal con la esquela de su fallecimiento, que forman parte de la colección Romero de Torres que custodia este Museo.
Se muestra durante todo el mes de mayo en el muro de la sala V, en horario del Museo.