Juan Ramón Rodríguez-Mateo, comisario de la muestra, explica que esta exposición no es una apuesta, ni una propuesta, sino una invitación. Con cincuenta años hay (en la mayoría de los casos) un largo camino lleno de cuerpos en las cunetas: cuerpos dormidos, bellos cuerpos, cuerpos sin rostro, cuerpos de revista, cuerpos destrozados, cuerpos sin piel, cuerpos extremos, vidas sin cuerpo, cuerpos descoyuntados, el propio cuerpo, cuerpos heroicos, cuerpos desaparecidos, cuerpos camuflados, cuerpos como excusas... media vida como un cuerpo, que siempre es el de Ángeles Agrela.
En esta exposición, Ángeles ha querido camuflarse, saltar a un vacío que era ella misma, desapareciendo en un desigual combate contra nada. Pero la mirada de las bellas marca un camino incierto a quien lo quiera seguir: el de las preguntas: ¿qué vida te queda?, ¿quién verá tu belleza?, ¿de quién se dirá que eres?
Ángeles quiso arrancarse la piel de una carne extrema para mostrarnos que, debajo, no todos somos iguales.
Para el experto Iván de la Torre, en esta serie de Ángeles Agrela el cuerpo ha ido perdiendo importancia con el paso del tiempo. Sería un apéndice de El favor de las bellas (2016-2018) que es ‘Las bellas durmientes’ (2019). Un spin-off evolucionado en el que ha desembocado de manera natural, nada forzado. El cuerpo ha sufrido una progresiva desaparición en favor de la cabeza y el rostro, elementos que ahora soportan toda la dramaturgia de la imagen.