Tiempo, pasión y arte son los ingredientes básicos para construir una guitarra artesana. En la era de la tecnología y los automatismos, los métodos artesanos de creación se convierten en un espectáculo que embelesa e hipnotiza.
La ingeniería artesana del luthier mezcla paciencia, destrza, arte y mimo en cada fase. No hay prisas, como si el ritmo lento de la creación infuendiera el alma al instrumiento. Las fases de ensamblaje se suceden apareciendo las formas armónicas que se embuten en el cuerpo de madera.
Asistimos al nacimiento de una relación de afecto entre el instrumento y su creador hasta que por fin llega el momento de escuchar la voz única de la guitarra construida. El escultor de guitarras se transforma en guitarrista de oficio y arte. Y la bailaora emerge de las sombras. Cuerpo y melodía se funden al compás de una guitarra mágica de la que se escapa el duende del flamenco.