Durante un mes algunas pinturas de especial relevancia de su colección dejan su espacio habitual para verse en diferentes museos de España, uno por cada comunidad y ciudad autónoma (excepto Madrid). Dentro de la comunidad andaluza, en el Museo de Almería se puede contemplar El bufón Calabacillas, uno de los varios retratos de bufones de Velázquez (Sevilla, 1599 – Madrid, 1660) que basan su eficacia comunicativa en la presencia imponente del personaje en un primerísimo plano, su ubicación en un espacio indeterminado, su extraña y casi descoyuntada postura (inadecuada en cualquier otro tipo de retrato) y el juego entre la deformidad física y la expresión insólita.
Estamos ante uno de los varios retratos de bufones de Velázquez que basan su eficacia comunicativa en la presencia imponente del personaje en un primerísimo plano, su ubicación en un espacio indeterminado, su extraña y casi descoyuntada postura (inadecuada en cualquier otro tipo de retrato) y el juego entre la deformidad física y la expresión insólita. Además, en este llama poderosamente la atención el tratamiento técnico, sobre todo en lo que se refiere a la cabeza, realizada a base de un eficaz difuminado que evoca dos de los versos del poema de Rafael Alberti dedicado al pintor: “Nunca la línea se sintió más ágil / y menos responsable del contorno”.