La fascinación del hombre por los cristales está ligada al proceso evolutivo de nuestra conciencia. En el desarrollo del cerebro de los homínidos nació la necesidad de comprender el mundo que les rodeaba y clasificar los objetos que captaran su atención. Las colecciones encontradas en diversos yacimientos confirman que, los primeros objetos que despertaron el interés del Homo erectus, fueron las piedras antropomorfas y los cristales. Se piensa que lo que pudo llamar su atención de estos cristales era que se trataban de objetos singulares en el mundo que les rodeaba.
En nuestra época, esta fascinación continúa y se une a una presencia ubicua de los cristales en multitud de áreas tecnológicas que mejoran nuestra vida como la electrónica, farmacología, ciencia de materiales, etc. Esta faceta más reciente de nuestro interés hacia los cristales está también presente en la exposición.