De la pintora Ainara Moya.
Las obras de la joven artista malagueña recuerdan a las pinturas lacónicas de Edward Hooper en las que se aprecia el vacío y el silencio,
Se trata de un conjunto de obras que representan paisajes y arquitecturas que enfrentan al espectador de forma crítica a las referencias espaciales y territoriales, a lugares y a fenómenos.
En el lugar es una serie de pinturas que parten de un proyecto anterior de la artista titulado En el lugar y fuera de él, en los que cuestiona los modos de representación y la manera en la que se percibe el espacio. Ainara Moya afirma que “juega con las formas para hablar de la percepción del entorno, analizando qué vemos, cómo lo hacemos y cómo es nuestra relación con éste a través de lo que percibimos mediante la imagen”.
Tal y como explica la artista, la muestra contiene una serie de pinturas con paisajes de arquitecturas inhabitadas, que pasan a ser geometría mediante planos de color que se estructuran por líneas y formas negras, que las enlaza y conecta, jugando con la armonía que se establece entre las diferentes perspectivas. El proyecto comenzó con apenas unas trazas de vida natural y poco a poco el paisaje exterior, representado a su vez con formas geométricas, va ganando protagonismo. La arquitectura se relaciona con una naturaleza que se abre camino proyectando luz, mediante colores vibrantes en contraste con tonos oscuros.
La pintura de Ainara Moya explora sentimientos y vivencias a través de imágenes silenciosas de interior, actualizando una larga tradición de la pintura de género.
Blanca Montalvo, artista y profesora en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Málaga afirma que las obras de Ainara Moya recuerdan a las pinturas lacónicas de Edward Hooper en las que se aprecia el vacío y el silencio, intuyéndose en las de Ainara la presencia de un conflicto. Sus pinturas son el resultado de una esmerada composición geométrica del lienzo, afirma. Una combinación de formas simples y oscuras muy contratadas que construyen el espacio. La luz no diluye la forma, sino que la define y modela. La suave luz provoca sombras nítidas en colores saturados. El color se pega a las superficies, esquivando las texturas, sólo visibles en los collage que funcionan como bocetos e imágenes preparatorias.
La pintura de interiores
La pintura de interiores domésticos alcanzó su madurez en los Países Bajos a mediados del siglo XVII, encontrando un heterogéneo grupo de artistas la fórmula estilística que les permitió entregarse a la representación del espacio interior, mientras estudiaban la geometría de la composición y analizaban la representación de la luz y las texturas de los materiales. Tras su actualización y desarrollo durante las primeras vanguardias, los comienzos del siglo XXI devuelven el interés por estos espacios que son ahora lugares vacíos, en los que el interés se centra en la luz sobre el espacio, la arquitectura y los objetos, como en las obras de Isabel Rosado, José Luis Valverde o Lola Lorite.