Obras de FRANCISCO GONZÁLEZ ROMERO (Málaga, 1920)
La muestra reúne por primera vez en Málaga una amplia selección de alrededor de noventa de sus creaciones procedentes, en su mayoría, de la colección personal del propio artista y otras de coleccionistas particulares, abarcando desde el pequeño hasta el gran formato.
FRANCISCO GONZÁLEZ ROMERO
Francisco González Romero, nace en Málaga en la década de 1920. Perteneciente a la generación de artistas malagueños de la posguerra, comenzó sus estudios artísticos en su ciudad natal marcada profundamente por los sucesos acaecidos en aquellos años.
Desde muy temprano tiene claro su amor por el arte, por lo que decide matricularse en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios de Málaga. Fue reconocido en Madrid como le pasaría a sus compañeros de generación, Manuel Mingorance Acién, José Puyet Padilla o Félix Revello de Toro, además, entró en contacto con una peña de artistas en Málaga a la que pertenecían, entre otros, Luis Bono o José Roquero -Rokero-. En estos años, gracias a su experiencia profesional, perfecciona además el campo del diseño y el dibujo técnico.
SUS OBRAS
Su producción artística concentra pinturas de temática muy variada, como paisajes, bodegones, tauromaquia y religión, así como murales y arquitectura, que marcan, quizás, el valor más distintivo de su producción. Siendo muy característico en su trayectoria su esfuerzo por independizarse o desmarcarse constantemente de las líneas de las tendencias artísticas y de sus propios contemporáneos y situar su obra en un espacio diferente.
Según señala la comisaria de la muestra, Lourdes Jiménez, “a pesar de la gran diversidad temática que este autor presenta en sus obras, existen tres etapas bastante diferenciables en su producción artística: en una primera etapa en donde se encuentra afincado en Madrid pero, también, en Granada y Almería y que comprende desde finales de la década de los 50 a los años 70, se dedica al paisajismo con una idea de regeneracionismo y un rigor objetivo del análisis espacial y transmitiendo, principalmente, la desolación de la época. La segunda etapa engloba las décadas de los 70, 80 y 90 y está caracterizada por su surrealismo simbólico con una gran carga política que sugiere una evolución hacia lo abstracto y la figuración, donde el artista juega con los colores y las formas. Y una tercera etapa, que va desde los 90 hasta la actualidad, donde el artista descubre a contemporáneos como Pollock, Mark Rothko o la abstracción, junto a la opinión de críticos contemporáneos como George Steiner así como la influencia de diversos estudios científicos”.