El artista nos presenta un paisaje cargado de luz, fiel reflejo de la tierra y sus habitantes. Amalio (1922-1995) no fue un pintor de estrictos paisajes en los que la naturaleza aparece vacía de presencia, sino que más bien tienen alma, son el latir de una tierra que, como a otros pintores y poetas, le dolía en su interior y nos lo transmitía con su arte. Todos y todo somos naturaleza; agua, tierra, aire… Compartimos el mismo palpitar y nos invaden las mismas sensaciones.