Fernando Baños (Sevilla, 1948-2022), ha sido un artista plástico de una creatividad arrolladora, abordada con enorme pasión y fervor a lo largo de toda su vida, desde los años 60 y hasta su fallecimiento, en este año 2022, lo cual le ha llevado a estar absolutamente involucrado, pintando, hasta los últimos días de su vida, en los cuales, a pesar de sus dolores, no ha parado de crear, agotando todo el tiempo que le quedaba. Es por ello que podemos considerar que, en su caso, sea bsolutamente literal la aplicación del binomio fluxiano “arte-vida”. Un imbricación, la vital y la artística, sin la cual Fernando Baños no hubiera podido llegar hasta el final de su existencia humana creando, a pesar de su fragilidad. Hasta los últimos momentos no dejó de pintar, creando iconografías, formas, ritmos y expresiones compositivas propias en los que se sumergía vital e intelectualmente, y que reconocemos como suyas.
Desde sus comienzos, allá por los años 60 y 70 del pasado siglo, se destacó como pintor, en esa época con una pintura figurativa de raíz informalista e influencia impresionista, para pasar a centrar su interés en los expresionistas abstractos de la escuela de Nueva York y en los españoles Tapies, Saura o Cuixart. Posteriormente, en las décadas de los 80 y 90 hará uso del collages y del constructivismo pictórico, acercándose más a una figuración de tipo conceptual bañada de un cierto expresionismo, sin abandonar un uso reiterado de las formas geométricas y de abstracciones.
También utilizará, en la década entre 1990 y el 2000, pinturas y obra gráfica de objetos cotidianos, centrados en la idea duchampiana de que cualquier objeto ordinario, desplazado y descontextualizado de su lugar y funcionalidad originarios, pueden ser convertidos y asignados como obras artísticas. De estos planteamientos nacerá su serie Objetos cotidianos centrada en representaciones de cepillos de dientes y llaves como sujetos protagónicos. A la vez que, en estos años, se plantea obras híbridas, entre la pintura y la escultura, sobre la vacuidad y lo efímero de la vida.
Se va a interesar, unos años más tarde, por formas vegetales con materiales muy variados y en seriegrafias. Un mundo orgánico, esta vez a nivel micro, en el que también indagará con su serie esporas, ahondando en ese mundo unicelular y en lo escueto y originario de la vida vegetal, a través formas orgánicas minimalistas con las que lleva a cabo composiciones en muy diversos materiales y que le lleva, después, a concentrarlas en formas de animales marinos coloridos en grandes formatos.
Serán también objeto de su interés la expresión verbal y la comunicación humanas en series pictóricas y escultóricas figurativas que título Diálogos y monólogos, mediante figuraciones, trazos y formas que salían de las bocas de diferentes personajes. Y, un tiempo después, incluso se acerca a formas sagradas como el mándala, plasmando círculos, formas esféricas y combinaciones bañadas de cierta magia, que dieron origen a varias series compositivas basadas en esa simbología.
También hizo sus incursiones, sobre las ciudades y nuestra vida dentro de ellas , llena de ritmos frenéticos, de stres, de tensiones, de soledad y deshumanización, mediante formas y trazados, metáforas de ciudades, a los que después añade perfiles de personas acoplados a esas estructuras, en series bidimensionales de ciudades y personas, que más tarde, en otras piezas, sustituye por retratos reconocibles del Renacimiento y el Barroco.
Otra de las composiciones que centrarían su atención, allá en los años 2014 y 2015, serían tanto las Lacerías, de raigambre árabe, fusionando formas geométricas y orgánicas, otorgándoles mayor dinamismo, tonos y vibraciones alejándolas de la frialdad de la geometría pura. A las que va añadiendo campos de color en sus series geométricas posteriores por influencía tanto del suprematismo de Malevich como del expresionismo abstracto de Mark Rothko, pero bajo su propia y personal mirada creativa.
Además, interesado por la física de partículas y, en particular por los quarks como unos de los elementos básicos elementales para la formación de protones y neutrones, le llevan a desarrollar la serie Quarks, en el 2016, en una traslación de dichos conceptos científicos a la pintura y sus composiciones, a base de combinaciones de fragmentos modulares y formas orgánicas.
Y en el año 2017, se acercará a la anatomía humana, en su serie Lección de anatomía, inspirada en el pintor neerlandés Rembrandt, así como su interés por lo efímero de la vida y la transitoriedad del ser humano, desarrollando la serie de obras basadas en el cuerpo humano y en la mente, interrelacionando raciocinio y emociones. Mientras que, un poco después, añade yonos más optimistas y realiza obras coloristas y más lúdicas centradas en el juego, los laberintos y los rompecabezas.
Para seguir, en los últimos años de su intensa vida creativa, con colaboraciones en diseños de revistas, o incluso, comisariados de exposiciones y exposiciones individuales suyas, como por ejemplo la llevada a cabo en la galería Félix Gómez de Sevilla, en la Diputación de Sevilla, con obras de gran formato e instalaciones, o, ya en el año 2020, la titulada Dicotomias, faralaes y otros rompecabezas, en la Sala de Exposiciones del Ayto. de Tomares, y la denominada Seriegrafias, una retrospectiva de su obra gráfica, en el Ateneo de Mairena del Aljarafe, Sevilla.
Trabajando en series de obras toda su trayectoria artística, sus intereses evolucionan, pero permanecen, a lo largo del tiempo, una impronta y forma de hacer, plantear y ejecutar propia, muy de Fernando, que así le distiguía y lo distingue, así como algunos de sus temas, conceptos e iconografías personales como son las series de bichos. Unas series que ya empezara en los años 70 y que nunca abandona, y llega a hasta el final de su vida. Como esta última serie, que ahora se presenta en la sala David Fuentes, en esta exposición póstuma, homenaje a un artista, fundamentalmente pintor, pero con incursiones en otros formatos y áreas visuales, que no separo nunca su vida del arte, y aun hoy, después de irse, sigue permaneciendo a través de unas obras que palpitan, respiran y vibran como lo hacia el mientras pintaba y que nos lo hacen perdurable.
A pesar de lo muy avanzado de su enfermedad, de sus dolores y vulnerabilidad, en la ultima fase de su vida, y justo hasta el último momento, con la conciencia del final, estuvo pintando una estupenda serie pictórica de Bichos de forma febril y apasionada, como el mismo dirá “comienzo a levitar mientras pinto”. Con una desbordante imaginación, de tono surreal, bañada de mucha ironía, pinta animales, bichos extraños, en una suerte de personalísimo bestiario, en el cual através de estos seres no humanos que crea se aleja de una realidad dura, de la sociedad en crisis que nos ha tocado vivir, de la humanidad con futuro incierto y de sus dolores y enfermedad, para adentrarse por el camino de los sueños, de los deseos, de la fantasía, de un mundo en el que todo es posible, donde criaturas hibridas son creadas y viven más allá de toda constricción y presión de la realidad, liberadas de angustias, ansiedad y sufrimiento, receadas en una existencia feliz, autoctóna, donde nos miran con ojos agrandados, desde sus picos mixtos, desde sus cuerpos de fragmentos hibridados de varios animales, en una configuración libre.
Unos Bichos, agrupados en series de Bestiarios, y que en esta última que ahora se exhibe en esta muestra inedita, y que sirve de homenaje al artista, se incluyen piezas de gran formato, de 200 x 200 cm, realizadas en fondos lisos, cada una de un color, mientras que los “bichos” pintados han sido realizados con pintura negra, como único elemento gráfico pictórico sobre esos fondos, otorgándoles así pleno protagonismo. Son una suerte de divertidos animales, que a pesar de sus cuerpos llenos de puas, pinzas, punzones, quebradas patas, cuernos, ojos saltones, agrandados, a veces cuádruples, hocicos punzantes o tentáculos, bocas dentadas, y aceradas púas, no nos amedrentan, a pesar de sus miradas desafiantes y penetrantes, nos parecen tiernos e inofensivos, un poco bravucones pero divertidos, de inocentes imposturas que son más pura pose que agresividad de fondo.
Unos bichos, algo punkis, que se metamorfosean y fusionan en sus cuerpos con fragmentos corporales de unos y otros, traspasando la categoriación de especies, en una suerte de surreal configuración. Y que a pesar de sus apariencias retonas son de una tierna ingenuidad, y parecen querer comunicarse con nosotros, como, a veces, ocurre en la vida misma, donde humanos retones, insolentes, descarados y de apariencia autocomplaciente y distante ocultan, bajo estas poses, que son como máscaras defensivas, sus verdaderas vulnerabilidades.