Los años 80 suponen a nivel internacional una radical vuelta a la Pintura, y en concreto a la pintura figurativa. En esos años, Sevilla se incorpora con una fuerte personalidad al panorama nacional, a través de una generación de jóvenes artistas formados en la Facultad de Bellas Artes que reaccionan ferozmente contra el Academicismo reinante en la ciudad- que había imperado prácticamente durante todo el siglo XX- , y contra la Vanguardia Abstracta surgidas a finales de los años 60, representada por grandes figuras en nuestro país, ante la cual, estos jóvenes muestran un claro desafecto.
Estos pintores que inician su andadura en los años 80 se agruparon fundamentalmente en torno a la mítica revista FIGURA, nacida en Sevilla, y en las nuevas galerías de arte como La Máquina Española, epicentro de este movimiento, o en las ya existentes galerías Juana de Aizpuru o Rafael Ortiz, impulsoras ambas de las corrientes más innovadoras de la plástica contemporánea en Sevilla.
Es tan intensa esta vuelta a la figuración, que incluso muchos de los pintores considerados abstractos, tendrán un periodo figurativo durante estos años.