Martín Tamayo ofrece en esta exposición un ejemplo claro y sincero de su mundo artístico. Lejos de dejarse influir por lo que considera “una vuelta de tuerca” en lo conceptual, opta por permanecer en su idea de que el arte ha de servir, básicamente, para transmitir emociones, como hecho natural que es;  y no como forma de expresión de rebuscada originalidad. Aún considerándose autodidacta, recibió formación artística en la Academia de Bellas Artes de San Telmo. Ha realizado diecisiete exposiciones individuales y gran número de colectivas. Cuenta, además, con diversos premios en certámenes de artes plásticas en general, y algunas de sus obras forman parte de colecciones particulares y entidades.