Organizada por el Museo de Bellas Artes de Córdoba en colaboración con el Museo Garnelo, de Montilla.
Se trata de la segunda de las exposiciones organizadas en 2017 por el Museo de Bellas Artes con motivo de haber sido declarado este año por la Organización Mundial del Turismo, como ‘Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo’.
La exposición consta de 60 obras de pequeño formato, generalmente óleos sobre tabla, que recogen apuntes realizados por José Garnelo (Enguera, Valencia; 25 de julio de 1866-Montilla, Córdoba; 28 de octubre de 1944) en diferentes viajes, especialmente de uno, turístico e intelectual a la vez, llevado a cabo en 1911 para adentrarse en Grecia desde Albania, hasta volver vía Italia. Durante el mismo, Garnelo pintó numerosas obras, que le sirvieron para ilustrar su propio relato cultural, que publicó posteriormente, dando en Madrid alguna conferencia a propósito y haciéndolo imprimir para constancia del futuro.
Por tanto, el pintor iba allí para aprender, para completar su formación y luego poder verter su magisterio. En su tiempo, un artista que se preciase no podía llegar a serlo sin tener una sólida formación clasicista, conociendo las obras de los antiguos griegos. Pero también sus edificios, sus paisajes, su pensamiento y su filosofía. Cosa fundamental que actualmente parece olvidada.
En todas ellas, el gran pintor montillano, que ejerció didáctica y pedagogía sobre distintas generaciones de artistas españoles, llegando a ocupar incluso durante unos años la dirección del Museo del Prado, pone de manifiesto su buen hacer y su agudeza en la captación de la luz, patentizando un concepto de ‘paisajismo renovado’ que, al eco de las nuevas ideas desarrolladas en España por la Institución Libre de Enseñanza, superaría el tradicional paisaje naturalista y empirista promocionado desde 1860 a través de la cátedra de paisaje de la Real Academia de San Fernando por el belga Carlos de Haes, que fue director de la misma hasta su fallecimiento en 1898.
A Garnelo le interesó el paisaje a lo largo de toda su vida. Lo manifestó ya en 1886, con veinte años, cuando pintó, durante un viaje a Granada, diferentes vistas de La Alhambra y de Sierra Nevada, demostrando que el paisaje significaba para él algo más que una moda pasajera o temporal. Luego se dejó influir de la moda francesa de la llamada Escuela de Barbizón, especialmente de Camille Corot (1796-1875), y también de los Machiaioli italianos, esos artistas que pintaban a base de manchas, realizando obras bien empastadas.
Más tarde, entre 1888 y 1892, Garnelo visitó varias veces en Italia y entre 1891 y 1910, Austria, Inglaterra y Francia. De todos sus viajes dejó algún testimonio pictórico, siendo estas obras de pequeño formato excelentes ‘instantáneas’, o perfectos ‘testimonios parlantes’ de todos estos viajes y de los detalles de la realidad que le causaron impacto.
El delegado ha valorado la calidad del Museo Garnelo de Montilla y el trabajo de su Asociación de Amigos, y ha mostrado su reconocimiento para José Antonio Cerezo Aranda y Manuel Cabello de Alba Moyano, “sin cuyo desprendimiento y generosidad, esta exposición no hubiera sido posible”.
Esta muestra se suma a los actos que se están celebrando en Montilla con motivo del 150 aniversario del establecimiento allí del pintor valenciano procedente de Enguera. Con tal motivo, se han organizado varias visitas guiadas y se ofrecerán también dos conferencias, en el salón de actos de la Delegación de Cultura, una el 14 de noviembre, sobre la flora en la pintura de José Garnelo, impartida por Alfonso Jiménez, del Real Jardín Botánico, y otra el 9 de febrero de 2018, sobre Garnelo y los pintores catalanes, por Antonio Bautista Durán, vicedecano de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla.