Reúne un total de 187 obras de la artista, reconocida por sus reportajes de tipo social y de viajes y sus retratos, que forman parte de la agencia Getty de Nueva York.
Reducir el mundo que nos rodea a un fragmento rectangular es también un modo de limitar sus dimensiones, de hacerlo más comprensible.
Gloría Rodríguez convirtió esa necesidad de capturar fragmentos de la vida en una profesión. Y de todas las modalidades que ha desarrollado en ese campo, la fotografía de viajes es quizá la que más le ha permitido sintonizar con su deseo de dejarse sorprender por las personas, por los paisajes, por los momentos mágicos que tienen lugar cuando la luz juega a construir atmósferas efímeras.
Sus fotografías son difíciles de adscribir a una categoría determinada. Gloria Rodríguez es una fotógrafa sin género, en todos los sentidos que abarca el término, porque se resiste a constreñir su curiosidad en ese territorio de fronteras blindadas que son las clasificaciones.
Otro aspecto nuclear de su trabajo profesional son los retratos, en los que siempre emerge la luminosidad vital de los sujetos. Sin embargo, su maestría en el que es uno de los ámbitos más difíciles de abordar en la fotografía no suscita en ella el más mínimo atisbo de orgullo. Son, por así decirlo, la extensión de su empatía innata por las personas.