Sabemos que los artistas han especulado siempre con todo aquello que les rodeaba para afianzar y hacer crecer su creatividad. Personas, objetos cercanos, animales o paisajes han quedado al servicio de la fantasía artística para realzar mundos paralelos, bellos y mágicos con todo tipo de argumentaciones.
La ciudad con su vívido bullicio proporciona un escenario incomparable para la creatividad artística. Avenidas, autobuses, semáforos, edificios y personajes anónimos pueden convertirse en una verdad original y afortunada que trascienda lo cotidiano.
El título “Grandes ciudades” surge al reunir una serie de obras que nos introducen en la vitalidad de distintas urbes. Algunas son enormes metrópolis, otras parecen de un formato más contenido, pero todas mantienen el pulso rítmico y emocionante del día a día. Son ciudades que resultan cercanas, conocidas casi siempre de una u otra manera y que nos trasladan a escenarios en los que podemos tener la impresión de sentirnos acogidos.
En estas obras se utiliza la luz como vehículo expresivo, una luz que no responde a la veracidad de una determinada hora o estación, sino más bien a una disposición que tendría alguna relación con una estudiada escenografía. Luz estática, intemporal y dominadora, asociada al color de forma algo caprichosa en pos de un resultado que tiene la visión del cuadro y el acto pictórico como último objetivo.
La ciudad se convierte en nuestro escenario cotidiano, en el espacio de nuestras emociones y en la pura diversidad de los que las habitamos.