El proyecto expositivo que Chelo Matesanz presenta profundiza en algunos planteamientos de sus series anteriores, unos trabajos básicamente enfocados a la confrontación y el debate con obras pictóricas fundamentales de la tradición artística del siglo XX.
Sus series más recientes no son otra cosa que pinturas realizadas sin pintura, ni pigmentos.
La densidad cromática y la inacabable variedad de registros de José Guerrero se muestran como el territorio ideal para que Matesanz despliegue su creciente virtuosismo en el manejo de sedas y pespuntes.