La instalación de Saul Wes está compuesta por una antología de obras correspondiente, en su mayoría, a los dos últimos años. Muchas de las piezas que se exponen en el Espacio Cero del Contenedor Cultural son fruto del diálogo, a veces amable, otras, conflictivo, entre el artista y la historia del arte, así como entre el artista y la historia de su propia práctica artística. Saul Wes reescribe el pasado sin pudor.
Se trata de un creador que se atreve con todos los medios y formatos, desde la pintura, el dibujo y la escultura hasta el arte sonoro, el vídeo, la performance o el land art. Debido a su formación fuertemente pictórica, hay que entender que cada objeto o acontecimiento que produce está compuesto por numerosas capas. Esta superposición de estratos puede ser imperceptible o quedar evidenciada, como ocurre en algunos de sus lienzos: pegados unos sobre otros, creando volumen, otorgando a la pintura un carácter escultórico y ocultando imágenes bajo otras imágenes. En sus películas, se superponen, así mismo, escenas y pistas de audio, generando distorsión y ruido. En esta ocasión, se proyecta una filmación titulada No te pierdas la fe, en la que se recopilan grabaciones pertenecientes a los años 2020 y 2021 en diferentes localizaciones: la ciudad de Los Ángeles, un centro budista ubicado cerca de San Francisco, Ciudad de México, la «Palestina murciana» y el Valle del Guadalhorce.
Hacer que el receptor experimente una sensación de saturación y sobre- estimulación es algo que le interesa a Saul Wes, paradójicamente, como vía para producir un estado de vaciamiento. Las exposiciones que propone Saul Wes aspiran a ser, tomando prestado aquel concepto de Hakim Bey, temporary autonomous zones (zonas temporalmente autónomas). En ellas, hay que dejarse perder, abandonando y liberándonos del control racional que ejercemos sobre nosotras mismas y sobre el entorno.
En esta instalación nos encontramos con un artista increíblemente productivo, que genera más de lo que puede almacenar, por lo que el destino de muchas de sus creaciones ha sido ser destruidas y desechadas. Sólo una parte de su trabajo sobrevive. Nos encontramos, dice Saul Wes, «ante los restos del naufragio».
Puesto que estos restos forman un conjunto demasiado extenso, no tendría sentido seleccionar unas pocas imágenes a las que se les exigiera representar el sentido total de la propuesta expositiva. Por ello, el artista propone un catálogo que es una obra gráfica en sí misma, ofreciéndonos un material que no está expuesto en el Espacio Cero. Se trata de un cómic elaborado entre finales de 2019 y principios de 2020, titulado El cheque gasolina, en el que se entrecruzan múltiples referencias, figuras, trazos y palabras, sin seguir una narrativa lineal. Este catálogo no constituye una lista ordenada de los objetos que pueden hallarse en las salas de exposición. Remite conceptualmente a la instalación sin mostrar directamente nada que ésta contenga. Tanto las páginas de este catálogo como Hospital de espejos y tapones, en su totalidad, funcionan como un contenido que excede la capacidad de su continente, activando nuestra imaginación y trasportándonos hacia lugares por explorar mediante la suscitación de infinitas asociaciones.