La muestra refleja cómo artistas que han producido en la ciudad y que son referentes indiscutibles de la contemporaneidad sienten apego por lo innovador con regusto autóctono.
Sevilla, de tan delicada percepción para juzgar los méritos y bellezas de sus artistas, tiene que estar preparada para dar un paso más. Esto no es una exposición, es un hermanamiento. Aquí hay subjetividad con gracia sana. Espontaneidad, pasión e instinto simbolista del bueno que pide a gritos interacción social con ganas de homogeneizar, para después, como debe ser, seguir en lo mismo de siempre: ambigüedades y claroscuros.