Rescatar la memoria de las mujeres que vivieron en el pasado ha sido y es un actividad estimulante y necesaria. Pero las interpretaciones arqueológicas más conservadoras partían, parten, de un pensamiento patriarcal y androcéntrico que oculta la presencia femenina o la convierte en estereotipos.
Esta ideología sigue estando presente, de forma más o menos consciente, en los discursos expositivos de los museos. Estos discursos, desde un pensamiento burgués, han planteado un modelo de sociedad dividida en espacios, colocando a la mujer en los espacios domésticos, mientras que los hombres han sido los protagonistas en el ámbito público y político, dotándose de un mayor valor social. Esta tradición positivista de la Arqueología proyecta al pasado el orden patriarcal de la sociedad moderna. Se necesita, por tanto, un cambio de paradigma para hacer una correcta, justa y honesta lectura del pasado.
La exposición pretende hacer una puesta en valor de la presencia femenina en el registro arqueológico, que había estado invisibilizando a las mujeres, para tratarlas ahora también como objeto de estudio al mismo nivel que los hombres. Se intenta una recuperación de algunos de los ámbitos donde las mujeres han sido excluidas casi por completo, como pasa en el periodo prehistórico o protohistórico donde al no tener evidencias escritas ubicamos a las mujeres donde el pensamiento de las sociedades actuales cree que debieron estar dichas mujeres. Este planteamiento se fundamenta en nuevas propuestas teóricas y metodológicas de corrientes de pensamiento arqueológico como la arqueología de género o la arqueología feminista, que intentan ofrecer una mayor visibilización de las mujeres en el registro arqueológico. Se trata, en definitiva, de remover las conciencias de los espectadores y provocar nuevas reflexiones acerca de la vigencia del pensamiento androcéntrico y patriarcal en su interpretación del registro arqueológico.