La joven artista madrileña Cristina Galán nos propone su proyecto denominado PAUL.
La saturación de imágenes que vivimos en nuestra sociedad afecta de un modo especial a nuestro sentido de identidad. La tecnología y las redes sociales han configurado un sistema que paradójicamente no ha ayudado a la individualización de los rasgos particulares de las personas sino que ha acentuado su homogeneización. Las fotografías de este proyecto exploran, desde el ámbito tradicional del retrato, la subversión de la identidad y la aparición de lo siniestro bajo la superficie visualmente pulida de la realidad.
En este proyecto los entornos son neutros e impersonales, a veces indefinidos y abstractos, en los que el personaje llega a mimetizarse. Lugares que tienen en común ser los escenarios tópicos de la sociedad de consumo : un gimnasio, un supermercado o la propia vivienda. Por ello, los espacios representados carecen de horizontes, son planos y cerrados, independientemente de si son exteriores o interiores; son vacíos, neutros y homogéneos, son espacios sin identidad. Los personajes no miran a cámara permitiendo que al observador le sea menos violento mirar y observar. Las escenas tiene una falsa naturalidad, un sesgo teatral, ya que todo lo que aparece en la imagen está ahí para ser visto. Los personajes parecen suspendidos en el tiempo, acentuando su carácter inmóvil y mecánico, ajenos a lo que sucede a su alrededor. Se trata de escenarios donde la luz brilla las 24 horas del día, representando el estándar del 24/7 de la sociedad actual, siempre dispuestos, siempre productivos.