En un intento casi desesperado por frenar el tiempo, este proyecto trata de captar las sensaciones generadas por los espacios de la vieja Casa de las Titas. Una construcción anónima y mágica que entre sus pesados muros mantiene una atmósfera llena de memorias, luces y sombras. La Casa persiste, con su silenciosa presencia, en evocar un sentido de profundidad y continuidad que se intuye cada vez más perdido por la velocidad y transparencia del mundo actual, donde nuestra capacidad para recordar se ve cada vez más debilitada.
Las fronteras entre nuestro cuerpo y el de la propia casa desaparecen, actuando ésta como marco sensible donde encontrarnos a nosotros mismos a través de emociones y recuerdos. Estas condensaciones en el espacio parecen detener el tiempo por un instante donde hacernos uno con la frágil y efímera belleza de todo lo que nos rodea.