Selección de guerreros pertenecientes a la colección del centro acompañados de tres obras de Campano, en depósito permanente o pertenecientes a la colección de la Diputación de Granada. La Colección del Centro abarca las etapas principales que atravesó, durante casi medio siglo, la obra de Guerrero, desde sus primeras composiciones en el marco de la figuración renovada de mediados de los cuarenta hasta sus últimas obras de plenitud a finales de los ochenta. Se expone en esta oportunidad una selección que compendia sus momentos fuertes, siguiendo un recorrido cronológico que es también el relato de una vida, ordenado en capítulos compuestos por conjuntos claramente diferenciados.
En la planta baja se exponen obras de inicio dentro de la denominada abstracción biomórfica y su progresiva integración en la Escuela de Nueva York a lo largo de los años cincuenta y sesenta. En la planta primera se evidencia el impacto del pop art a comienzos de los setenta, cuando Guerrero llega a un nuevo territorio en el que cada vez es más importante el orden, la arquitectura del cuadro, y construye sus formas a partir de la imagen de un objeto de uso cotidiano: los estuches de cerillas, en la etapa conocida como de las Fosforescencias. En la planta segunda mostramos la deconstrucción de ese repertorio icónico, tan celebrado, conforme avanza la década, para dar paso a enormes campos de color tan solo tensados por alguna línea o sus característicos acentos gráficos, en los que los bordes y las fronteras entre una masa y otra cobran más y más importancia. Culmina la muestra en la planta tercera con una suite compuesta a partir de La brecha de Víznar (1966) y La brecha III (1989), junto a Brecha, de Miguel Ángel Campano, obra que el pintor realizó para la exposición que tuvo lugar en el Centro en 2002 y que su hijo cede ahora en depósito como homenaje a quien aquél tuvo por maestro, más otras dos pinturas del autor pertenecientes a la Colección Diputación de Granada. El encuentro fortuito de una nota con una frase manuscrita de Guerrero: «Rojo de cadmio nunca muere» dio título a aquella muestra. Se cumplen ahora veinte años del viaje de Campano al barranco de Víznar, la brecha donde García Lorca fue asesinado junto a muchos otros durante la Guerra Civil; un viaje en pos de aquel proyecto que pondría en diálogo su obra con la de Guerrero.