La muestra ofrece una recreación libre del texto, tomándolo como si de un poema se tratara. No se trata de ilustrar la obra (aunque a menudo el artista haya seguido el texto desde muy cerca), sino de proponer un discurso paralelo y, en algunos aspectos, autónomo, poniendo de relieve resonancias y paralelismos. Para lograrlo, la obra se compone de 34 piezas independientes, cada una de ellas al modo de un naipe de baraja. A pesar de estar expuesta linealmente, la obra se puede y se debe leer, recomponer o interpretar con total libertad. El lenguaje formal de la obra es del collage y el diseño gráfico digital, siempre desde las coordenadas de un estilo surrealista, en atención a la enorme riqueza visual de los textos más vanguardistas de Federico.