Esta muestra viene a ser, en cierto modo, continuación de aquella exposición que el pasado año, bajo el título Entre dos luces, pretendió aproximar al visitante a la diversidad de la estética medieval a través e obras de inspiración Románica y Gótica.
Se trata de mucho más que sólo un retorno a los valores propios de la antigüedad clásica grecolatina (fuente inagotable que una y otra vez se hace presente a lo largo de la Historia, también de la Historia del Arte) y mucho más que un movimiento artístico, ya que el Renacimiento, que lentamente se fue abriendo paso desde la entraña misma de los últimos siglos del Medievo, supuso, sin duda, una mirada cargada de admiración hacia la cultura clásica, cuyos cánones estéticos cobran nueva vigencia en un arte que, en no poca medida, las obras antiguas inspiran.
Centrada esta exposición en la pintura, nombres relevantes desde Fra Angélico a Rafael, pasando por Messina, Bellini, Leonardo, Tiziano, Miguel Ángel, Durero, o, ya en pleno Manierismo, El Greco, entre otros, desfilan por una serie de óleos (copias del XVII al XXI) y grabados (del XVI al XIX), acompañados de otras piezas (bronces, libros, tallas, etcétera...) en esta
nueva exposición que, a través de casi un centenar de piezas, pretende acercarnos, aunque sea de modo muy parcial, al espíritu delRenacimiento presente en la obra de sus más grandes pintores.
Finalmente, esta muestra se encuentra temáticamente dividida en dos salas, la primera dedicada a la pintura renacentista y la segunda concebida como una sala monográfica sobre el trabajo de Rafael de Urbino y su taller, y está acompañada en sus primeros meses por una tercera sala dedicada al dibujo de los grandes maestros del Renacimento.