Las salas del Museo Julio Romero de Torres, acogen una muestra en al que se confronta la etapa mas flamenca del pintor cordobés en un dialogo con obras del siglo XIX que ofrecen diferentes visiones de lo andaluz y de la mujer.
La guitarra es el nexo común entre todas estas imágenes. Él fue quien la elevó al altar flamenco en su Consagración de la Copla. Sin embargo, la guitarra venía siendo atributo de la fiesta gitana desde hacía décadas. En concreto, fue durante el costumbrismo postromántico de mediados del siglo XIX cuando se fijó el cliché, también el mito, del genio andaluz y de la guitarra como su principal valedora.
Enfrentado al espejo del pasado, el mundo de Romero de Torres revela sus ascendentes, pero también sus conflictos. Resultaría tentador despachar su fuerte vínculo con la tradición tildándolo de mera retaguardia. Quizá sería más ajustado decir que promulgaba una modernidad arcaica, retrospectiva. Su visión del universo femenino podría parecer también desactualizada, pues en su época la Eva moderna comenzaba ya a empoderarse, se incorporaba al mercado laboral y reclamaba su papel de ejecutante y autora en la creación musical, literaria, etcétera. Incluso en la pintura costumbrista del XIX la mujer parece más natural y desmitificada. Aunque este género engendró una ficción de lo femenino donde ellas disfrutaban de una autonomía de la que carecían en la realidad, sí daba testimonio cierto de mujeres que pasaban de ser musas pasivas a dinámicas trabajadoras, incluso tocaoras de guitarra. La pintura de Romero de Torres está en las antípodas de esta visión. La suya es una pintura idealista. Parte de lo contingente para transcenderlo a través de un complejo repertorio de alegorías. Por eso no tiene sentido que las mujeres, protagonistas absolutas del aparato simbólico que es su pintura, aparezcan ejerciendo cualquier actividad.
ORGANIZA Ayuntamiento de Córdoba.
PATROCINA Delegación de Cultura y Patrimonio Histórico.