Si nos adentramos en la sierra de Cádiz puede sorprendernos sus parajes de grandes contrastes; el verde luminoso de los prados, las rocas salpicadas de musgo o la variada gama de azules de las montañas a lo lejos (ultramar, turquesa, celeste...). Los pueblos blancos resaltan entre la vegetación con sus casas escalonadas por las laderas de la hondonadas... A veces surge la magia en días de invierno, cuando la niebla se repliega a los valles empujada por el sol y las cimas de los montes parecen flotar sobre las brumas.