De ÁNGEL LEIVA.
El poeta Ángel Leiva vivió en Nueva York a principios de los setenta donde se despertó su vocación como pintor. Fue Jackson Pollock su punto de partida, expresionismo abstracto, convirtiéndose el gesto y la acción rasgos distintivos de Leiva. Pero lejos de quedarse ahí, encontró camino propio gracias a la fuerza del color, a la intersección de estructuras o soportes racionales para los desarrollos del mismo, derivados de un profundo conocimiento de las vanguardias más conceptuales y un claro interés por explorar las propiedades de la materia. Ángel Leiva asumió las dos técnicas más famosas, dripping y pouring, y, lo más importante, el método que las relaciona derivado de Hans Hofmann y, sobre todo, el ágil automatismo con que resolvió Pollock la acción simultánea de ambos procedimientos. Utilizó los colores aportando lecturas apasionadas, tristes, sugerentes, pletóricas, haciendo poesía en definitiva.