En ocasiones la distorsión que se lleva a cabo con el humor va tan allá que llega hasta el final de lo real y lo rodea volviendo al punto de partida, como al poner cinta adhesiva a un paquete. Vuelve al origen tras haber explorado los dislates de las noticias. Ese es el momento de dibujar lo descubierto en el camino.
A eso se dedican los llamados humoristas gráficos, a descubrir la versión de la noticia que aparece al colocarla frente a los espejos de feria, esos que muestran lo real al deformarse. Entonces asoman los acontecimientos a la ventana de la viñeta, ese teatro encerrado en cuatro líneas donde se intenta desvelar que el Rey está desnudo.