Mario Fuentes Aguilar, nacido en Fuente de Cantos (Badajoz) y se forjó como fotógrafo en Sevilla y Lebrija, que en 2003 lo nombró Hijo Adoptivo de esta ciudad, en donde vivió hasta el fin de sus días. Además de fotografiar durante los años 70 los espectáculos de aquel Teatro Lebrijano que revolucionó la escena española de la época, Mario Fuentes ha sabido plasmar las tareas tradicionales del campo, recoger la actividad de los artistas flamencos que le apasionaban, así como el alma de las fiestas más auténticas de Lebrija y otros parajes andaluces. Igualmente, fue colaborador habitual del diario ABC durante años y realizó una gran labor dedicándose a la fotografía para catálogación de piezas de museo, fundamentalmente obras de valor arquitectónico y arqueológico.
Quizás por esa actividad paralela, que complementaba formal y económicamente su vocación, a Mario Fuentes siempre se le ha catalogado hasta hoy como “fotógrafo costumbrista”, y de hecho su exposición más importante, se celebró con ese carácter en el Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla; en 2008, pero solo hay que paladear la selección de fotografías que componen esta exposición, “Labores de campo”, para constatar que su mirada tenía una ambición que trascendía cualquier motivo que fotografiara, porque descubría la esencia de las cosas. Probablemente Mario Fuentes no estaría a la espera de una reivindicación total de su talento, más allá de esa catalogación de fotógrafo de costumbres, si su espacio natural hubiera sido otro: poner su objetivo al servicio de la clase trabajadora rural, o de un arte tan marginal como era el flamenco en los años de su mayor actividad profesional, no ayudó precisamente a que su talento se desplegara en otros niveles: alejado del mundo de las galerías de arte y volcado en su labor de reportero, Fuentes no ha tenido una justa valoración de su trabajo, esa que lo debe poner a la altura de su categoría como creador de imágenes únicas y seductoras, fotografíasque van mucho más allá de ese matiz antropológico con el que su producción ha estado estigmatizada hasta ahora.
Por tanto, ha llegado el momento de revisar todos los tópicos y etiquetas que se han aplicado hasta hoy a su trabajo para por fin reconocer que Mario Fuentes se redime en cada una de sus fotografías, porque su mirada siempre ennoblece todo aquello que persigue.