La tipología pictórica y retratista sobre la mujer forma parte de la producción artística de Francisco de Goya. Pocos artistas han sido capaces como Goya de alejarse de la idea de la mujer como una musa estanca para poder representarla en distintas facetas. Veremos distintos modelos femeninos «inmortalizados» en un momento histórico en el que la mujer carecía de la posición reconocida que tiene actualmente en la sociedad. Se trata de mujeres valientes como Agustina de Aragón, mujeres luchadoras y solidarias, inconformistas, incluso inmortaliza a una torera como «la Pajuelera». Además, muestra la cara más amarga de la realidad a través de la prostitución o la misoginia. Por supuesto no podemos olvidarnos de «las majas», esas figuras femeninas más libres y trasgresoras del pueblo cuyo vestuario fue copiado por las damas de la aristocracia que tanto deseaban ser retratadas por Goya. Hoy, con siglos de distancia apreciamos como esa presencia no se limita solo a esas obras de encargo si no que, en su producción gráfica, sus creaciones más libres, las mujeres tienen un indudable protagonismo. El artista realizó cuatro grandes series de grabados Los Caprichos (1799), La Tauromaquía (1814-1816), Los Desastres de la guerra (1810-1820) y Los Disparates o Proverbios (1815-1824). Más de doscientas obras que no solo poseen un gran valor artístico si no que con la perspectiva del tiempo podemos decir que suponen una crónica inigualable de la época del artista.