Pinturas de LOLA MONTERO (Cádiz 1968) sobre las bodegas Sanluqueñas.
Las maderas de las puertas, las botas que crian ese tesoro de color oro pálido, los llamadores y cerrojos que las guardan, y hasta las escenas de los toneleros empleando su ancestral oficio en el que agua y fuego se combinan en un crisol misterioso y casi desconocido. Cual fragua de Vulcano, el contraluz del trabajo de estos hombres, el sol apenas acariciando la penumbra fresca con ese olor a madera y solera, a albero y tiempo, mucho tiempo.