Arte. Y terapia. Un conocimiento del oficio de tatuar, pero un profundo conocimiento también de la condición humana, condición que de manera especial se desvela en situaciones límites, entre el dolor y la esperanza.
Cómo jugar el resto de la partida con los naipes que se tienen, cómo asumir sin resignarse la propia realidad que es y seguir dando los frutos mejores.