Pocos espacios hay que aporten tanta información sobre la vida durante el período andalusi como los baños. El baño o hammam fue uno de los edificios comunes a todo asentamiento humano en al-Andalus.Tan importante era que en aquellas ciudades de nueva creación era una de las primeras construcciones que se mandaban edificar.
La importancia de las ciudades en ocasiones se medía por el número de baños que albergaban. Así, cuando las fuentes andalusies nos hablan de los 300 que existían en la Córdoba del siglo X o los 600 que había en época de Almanzor, aunque son cifras claramente exageradas, realmente están mostrando la grandeza de la ciudad.
Su uso en la Península ibérica fue más allá del periodo andalusí: los moriscos siguieron frecuentándolos hasta el último tercio del siglo XVI, e incluso se siguieron construyendo nuevos, algunos en complejos claramente cristianos.
Durante el último siglo y sobre todo en las últimas décadas el interés por ellos ha ido en aumento, restaurándose, rehabilitándose y permitiendo su visita al público en numerosos casos. Hoy día, muchos de ellos son un gran reclamo turistico, siendo visitados por miles de personas.
Los hammam son espacios profundamente evocadores: la luz, el murmullo, el ambiente que en ellos se respira han atraido y aún atraen nuestra mirada, pues a través de ellos podemos vislumbrar la vida de quienes nos precedieron.