La pintura ha estado presente en lo más profundo de Chus desde que tiene recuerdos. De pequeña le maravillaban las obras de los grandes pintores y soñaba con emularlas, pero nunca pudo asistir a las clases que deseaba.
Cuenta Chus que, un amigo que estudió Bellas Artes, la sorprendió un día en su taller ‘pintarrajeando’ con sus materiales y le animó a pintar. Con él descubrió el estilo naif, le regaló una enciclopedia y le dijo: “si crees que no puedes hacerlo como ellos, entonces no pintes”.
El trabajo y la familia no dejaban apenas tiempo para dedicar a su pasión por la pintura, así que ha ido pintando de forma esporádica y autodidacta, mezclando goauches con conté, lápices acuarelables, pintura acrílica, etc…