La pintura de Pepe Palacios deslumbra con sus paisajes de una marisma que, a veces, es Sancti Petri y es Chiclana, pero también San Fernando o El Puerto. El artista, el misterio, la luz, hace que los óleos de Pepe Palacios transmitan, exactamente, todo este mismo corolario de sensaciones.
En las tablas de Pepe Palacios, como en su infancia y su memoria, están Chiclana y Sancti Petri, también el castillo y las dunas de La Barrosa. Está la luz y la marisma de la Bahía de Cádiz, su esplendor, su inmensidad y su silencio. Casi siempre hay un camino, un carril, porque la vida no se detiene, avanza, prosigue. Caminos donde se cruzan la memoria y el futuro, persiguiendo también la soledad: porque Pepe Palacios, gaditano de Sancti Petri y Chiclana, es espiritual. Sus dunas y sus marismas, su pintura, también.