Figura clave del dadaísmo y el surrealismo en las décadas de 1910 y 1920, el artista alemán Max Ernst (1891-1976) experimentó con diversos géneros (pintura, collage, grabado, escultura y técnicas de dibujo inusitadas) en un lenguaje plástico que combinó la representación realista tradicional con formas de creación alternativas y revolucionarias. En esta exploración «más allá de la pintura», como él mismo la definiría, Ernst inventó, en el verano de 1925, el frottage, una especie de dibujo semiautomático en el que, frotando con lápiz o carboncillo sobre un papel dispuesto en un material con textura, lograba efectos e imágenes inesperadas y fortuitas, que surgían por azar, de manera inconsciente e incontrolada. El papel del artista se limitaba así a la mera observación del resultado, convirtiéndolo, como él mismo decía, en espectador del nacimiento de sus obras. La exposición que se presenta en el Museo Carmen Thyssen Málaga, realizada en colaboración con la Fundación Juan March, muestra todas las láminas que componen el portfolio Historia natural, este singular libro de artista de Max Ernst, procedentes de la Colección José María Jiménez-Alfaro.