Esta nueva exposición ofrece su número; un número que sí importa en tanto que es ahora sinónimo de variedad, de una variedad que nos permite aproximarnos al ilimitado universo de Pedro Jesús Rodríguez Sánchez, Kapry, a su mundo de referencia, a sus intereses diversos, a sus preocupaciones más hondas. Un mundo suyo, muy suyo -construido, como se construyen los mundos, a fuerza de lenguaje-, tanto que se vuelve intransferible, lo que no quiere decir del todo incomunicable, ni mucho menos imposible de compartir. De hecho esta exposición es exactamente la puerta de acceso a ese mundo donde nuestro mundo cotidiano se toma un respiro y crece. Una puerta que el mismo artista nos abre. Una invitación. Un “pasen, pues, y vean”.
Estamos hablando de 42 obras de clasificación no usual, donde las manos y la frente, en enrasado diálogo, afrontan retos que superan con más que solvencia. Está el artesano que siempre ha sido y que tal se reclama -reivindicación constante por su parte-, pero también el pensador que piensa plásticamente su realidad: la que habita -posibilidades incluidas-, y la que es.
El dominio de su oficio -el otro- da aquí otros frutos, frutos insospechados, sorprendentes, sorpresivos. Una poesía de la materia donde lo conceptual y su plasmación material alcanzan igual altura. Un poeta en el genuino y amplio sentido del término. Un creador que toma materiales de desecho para expresarse, dotando de nueva/inesperada vida lo que se tenía ya por estéril y finito. Un reciclaje que no devuelve la materia a la materia sino que la saca de sí -la desquicia y la libera- y que por eso nos toca el alma.