Érase una vez…, era y es, una expresión que marcaba el comienzo de la fantasía. El sueño abría sus puertas a la actividad mental, a la delicia del mundo onírico, pero también, en numerosas ocasiones a la pavorosa vigilia. Cómo algo tan esperado, un cuento antes de dormir, podía transformarse en el mayor de nuestros miedos. Y es que, aunque estos relatos han dado un giro en los últimos tiempos, la herencia cultural adquirida durante nuestra infancia nos empuja a temer al lobo, al lobo feroz.
Los cuentos populares se caracterizan por tener una moraleja. En la historia de Pedro y el Lobo, el pastor miente y cuando ocurre la desgracia nadie acude a su llamada. En el caso de los artistas, al contrario que Pedro, gritan certezas a través de sus obras y, en muchos casos el pueblo hace oídos sordos y acude cuando ya es demasiado tarde. ¡Qué viene el lobo! Es una alerta a la naturaleza y a su diversidad, a su preservación y al respeto.