Del artista Francisco Magallón
Lejos estamos de las sociedades en las que lo femenino era objeto de culto, que tenían por divinidad a una diosa y bien interiorizado el ritmo de las estaciones.
Es un hecho que la historia, pretendidamente universal, ha sido escrita por hombres y desde una visión androcéntrica, lo que atribuye un rol o papel secundario a la mujer.
El androcentrismo conlleva la invisibilidad de las mujeres, la negación de sus derechos y la ocultación de sus aportaciones.
Las circunstancias que se derivan, por lo tanto, crean las condiciones para la exclusión, la violencia, la persecución y, en definitiva, la frustración de muchas mujeres que ven impedido su desarrollo pleno, cuando no la pérdida de sus vidas.
Es cierto que si todas las mujeres del mundo parasen su actividad, éste no dejaría de dar vueltas sobre su eje, pero también lo es que muchos de los países que lo componen verían sus economías gravemente afectadas. Millones de niños y niñas morirían de hambre, la vida se pararía.