Exposición de la fotógrafa Sara Van Eck Rodríguez
La noche como protagonista indiscutible, este proyecto busca crear una sensación específica y particular en el espectador a través del uso de una estética característica y marcada, no elegida a la ligera. Un mundo de noche, pero no precisamente de oscuridad, donde luces, carteles de neón y carretera son el escenario de paisajes aislados y desiertos que producen un peculiar sentimiento de quietud y silencio, quizás llevando paz a aquel que contemple la obra, pero siempre extrañamente mezclado, sin duda, con una nota de intensa expectación y alerta, incluso misterio e inquietud. Mezcla que resultaría imposible o improbable, sentimientos en principio opuestos que tradicionalmente se anulan entre ellos, pero que terminan por coexistir aquí, complementándose, desdibujándose entre sí.
Una sensación de peligro o precaución dada por la ilusión de que algo, cualquier cosa, podría pasar de improvisto; un cambio súbito, un movimiento en la imagen que hace contener la respiración, como alguien a punto de contemplar un secreto, algo que debería seguir oculto. Se llega así al aspecto más importante de la obra: conseguir que una imagen sin movimiento alguno, sin elementos especialmente remarcables que pudieran inicialmente ayudar a ello, cuente una historia.
Así nace el proyecto y su objetivo, en el que cada fotografía, con su estética y atmósfera difusa de misterio y anticipación, habla de una historia y un sentimiento. Una esencia muy clara e intensa, que sin embargo es imposible describir, clasificar o definir.