La exposición muestra en las salas 1 y 2 del Museo del Grabado una cuidada selección que rastrea la influencia de la cultura Zen en la gráfica española contemporánea, a través de obras de Joan Miró, Antoní Tàpies, Antoni Clavé, Fernando Zóbel, Antonio Saura, Luis Feito, Eduardo Chillida, Manuel Rivera, José María Sicilia, Víctor Mira, Luis Claramunt, Enrique Brinkmann, Paco Aguilar, Marta Cárdenas, Sofía Morales, Susi Gómez, Carmelo Rubio, Ana S. Matías y Esther Melguizo; mostrando también una estampa del último de los maestros del tradicional periodo Ukiyo-e: Utagawa Kuniyoshi. La historia de cómo el Zen influye en nuestra contemporaneidad hunde sus raíces en el Japonismo de finales del siglo XIX: de cuando muchas de las estampas japonesas del Ukiyo-e llegaban a Europa –en ocasiones como envoltorios- y eran copiadas por Van Gogh, Gauguin, Manet, Degas, Toulouse-Lautrec, Gustav Klimt o Mariano Fortuny. Pero no será hasta la primera mitad del siglo XX cuando la cultura Zen se separará del folclórico japonismo, gracias a surrealistas como Joan Miró. El momento de máxima ebullición del Zen en Occidente ocurrirá a finales de los años cuarenta en los Estados Unidos de América, y vendrá auspiciado por la propia administración en aras de contrarrestar la influencia de la expansión comunista en las repúblicas de China y Corea. En literatura la Beat Generation (con Ginsberg, Kerouac o Burroughs) propiciará una poética inspirada en los haikus; en música John Cage tomará como patrón compositivo las permutaciones aleatorias del I Ching; y en las artes plásticas Kazuko Okakura y D.T. Suzuki influirán en las estrategias de poderosos museos americanos, favoreciendo la irrupción del budismo a través del action painting y el expresionismo abstracto (Willem de Kooning, Arshile Gorky, Robert Motherwell, Mark Rothko, o Jackson Pollock, entre otros). De manera paralela, en París el zenismo contribuirá al surgir del art autre informalista (Hartung, Soulages, Mathieu o Michaux). Tal es así, que autores como Antoni Tàpies, Antoni Clavé o Antonio Saura manifestarán de manera reiterada su débito a la cultura Zen. En este contexto, será decisiva en España la llegada del pintor Fernando Zóbel, quien en su Filipinas natal había practicado la caligrafía china, se había formado en arte oriental en universidades de Estados Unidos, y crearía el Museo de Arte Abstracto de Cuenca, formando alrededor de él un importante círculo de artistas de gran influencia en el arte español.