Se trata de una pintura llena de lirismo, de sensualidad, de belleza formal. Una pintura que abre las perspectivas de una emotividad marcada por la presencia de lo mediato o por la imposible inmediatez de lo ausente. Registros paradójicos que desentrañan infinitas modalidades estéticas de un formalismo que hace cercano lo lejano, que diluye los espacios fronterizos entre lo presente y lo que se intuye, entre lo abstracto y lo concreto, entre la forma y el concepto ; dualidades que se unifican y acercan extremos, haciendo posible bellos esquemas de feliz conformación.
Nos acerca a un universo presentido que deja entrever una especie de paisaje donde la cara de la realidad ha sido transformada en un desarrollo plástico, sin esquemas ilustrativos, que abren absolutamente las compuertas de una evocación a la que cada cual puede dotar de identidad representativa y significativa.
(Bernardo Palomo)