Un homenaje a Andy Warhol en el XXX aniversario de su muerte, con la mujer como única protagonista.
Esta exposición no solo se nutre de algunas de sus obras, sino que también muestra ejemplos de la influencia warholiana en muchos artistas de diversas generaciones y nacionalidades.
Fue en 1978 cuando se estrenó la película de Fernando Colomo “Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?”, que es uno de los puntos de partida del movimiento socio-cultural llamado La Movida Madrileña, y cuando la canción homónima del grupo Burning se convirtió en un gran éxito, y no solo porque tenía todos los ingredientes precisos para serlo, sino porque en esa pregunta del título se escondía un guiño a la realidad de aquellos días y la toma de la noche y de las calles por una juventud harta de dictadura y ansiosa de libertades.
Y un lustro después, cuando a primeros de 1983 Andy Warhol visita España con motivo de la presentación de su exposición “Pistolas, cuchillos y cruces” en la galería Fernando Vijande, de Madrid, con su marcha se termina –según algunos de sus protagonistas- aquel periodo de locura transitoria en el que la música, el cine y las artes plásticas se renovaron de una manera determinante entre nosotros, y con ellos los usos y costumbres de la sociedad española, del mismo modo que la estela e influencia de Warhol y su obra terminaron colonizando el mundo y sus diferentes culturas.
Como es de rigor en el caso de Warhol, esta exposición no solo se nutre de algunas de sus obras –desde un ejemplar de su Indexde 1967, ejemplo de perfecto libro de artista pop, hasta una edición de sus diversas visiones de Marilyn y de sus Flowers– sino que también muestra ejemplos de la influencia warholiana en muchos artistas de diversas generaciones y nacionalidades, bien sea como herederos de sus presupuestos formales o de su particular forma de entender el arte y el mundo.
Pero para ser una muestra genuinamente warholiana debe acoger también un muestrario de soportes, en el reino de las artes decorativas, sobre los que las imágenes de Warhol toman otra dimensión, puesto que su utilización como motivo decorativo de múltiples objetos y, por ello, su multiplicación y difusión en todos los órdenes y por todos los rincones del planeta no hace sino confirmar el poder de seducción que ejercen sus presupuestos estéticos y avalar su ambición de llegar con su filosofía allá donde la filosofía del arte y su práctica no habían llegado nunca antes: a las latas de sopa que él había convertido en iconos y a los mercados de baratijas que son la antesala de los hogares más humildes, aquellos que nunca podrían comprar una obra de Andy Warhol por los precios estratosféricos que se pagan por ellas, pero sí pueden disfrutar del universo warholiano porque tienen tazas, salvamanteles u otros objetos domésticos formando parte de su vida cotidiana.
Qué hace una chica como tú en un Warhol como éste?, es un homenaje a Warhol en el XXX aniversario de su muerte y una reivindicación de la mujer no solo como icono, sino también como creadora.