Colabora: Ayuntamiento de Granada.
El artista establece un particular diálogo entre su propia obra, compuesta en su mayor parte por grandes murales pintados para esta exposición, con una singular muestra de la obra de Guerrero, con la cual compone a su vez grandes murales que generan encuentros plásticos insólitos. Continúa la serie de exposiciones de la Colección del Centro comenzada la temporada anterior. Después de quince años de presentaciones, el Centro José Guerrero ha querido ceder el testigo a los artistas, para que sean ellos, cada cual en función de sus intereses, quienes seleccionen la obra de Guerrero y la pongan a dialogar con la obra propia. El segundo artista invitado es Jesús Zurita. Jesús Zurita reflexiona: «Puedo decir que he estado y he permanecido intensamente en la obra de Guerrero. He comprendido que sus composiciones participan de la estructuración trémula que supo vislumbrar en Rothko. La vibración está en su totalidad y en sus partes, en el poder de la masa incontestable y en los pequeños resquicios en los que descubrimos la imprimación original del lienzo. Pero la composición de Guerrero no tiembla como condición previa al hundimiento. Su casa se mantiene porque asume sus rajas y sus grietas. Forman parte de su ingeniería. Guerrero pinta con rajas y grietas». En el encuentro con su obra se crea algo: «Un vínculo. Es el aire turbado que conecta los huecos de nuestras vísceras con el palpitar de los huecos que bullen en la pintura a través del hueco que separa nuestro cuerpo del lienzo. Cerrando los ojos podemos incluso oír resuellos. Una respiración compartida. Aire que viene y va».