A medio camino entre la performance, la instalación y la representación que incorpora premios, música, vídeo e interacción. Una suerte de salón recreativo que incluye siete máquinas expendedoras y de juego creadas en torno al imaginario de Lorca y que se articulan ante un eje central: el legado artístico convertido en souvenir.
Para articular este ‘salón de máquinas recreativas’ Peña se ha acompañado de diferentes técnicos y artistas que han terminado de hacer realidad el futbolín que representa el amor de Don Perlimplín con Belisa, la space invaders Lorca vs. Dalí, la grúa de Bernarda Alba que reparte premios como la peineta original de Adela, el perfume de Pepe el Romano o el abanico de Bernarda firmado por las protagonistas del “drama rural”; las Sin Sombrero o Bolas de sangre. No falta tampoco la máquina destinada a ofrecer cambio, imagen tradicional de los recreativos del barrio “ese señor sentado en la esquina” que ahora se nos figura como un Lorca en bata o Yerma, otra de sus obras cumbre, convertida en una Torre Eiffel dispensadora de preservativos exclusivos de edición limitada.