Exposición de la obra Retrato de Conchita, del pintor José Rico Cejudo (1864 - 1939), donada al Museo por Concepción Trigo Pérez.
Decía el crítico Ramón Martínez de Pinillos que la poesía era el alma de los cuadros de José Rico Cejudo. Ese aire poético se respira en sus retratos femeninos, como este de Conchita, que aparece elegantemente ataviada con mantilla blanca para ir a la feria. El artista sitúa la figura de la mujer en un interior, sentada en un sofá de color rojo. La retratada despliega sus brazos abarcando la escena de formato apaisado, colocando uno en jarra, apoyada la mano en su cintura, mientras descansa la otra, con un abanico cerrado, en el extremo del sillón.
Conchita, trabajadora al servicio de la Casa de Dueñas, era modelo habitual de Rico Cejudo, y, a la vista de la dedicatoria original del cuadro, devuelta a la luz en la reciente restauración de la obra, su amiga personal. Esta pintura puede ponerse en relación con otra realizada por el artista en la década de 1910, Feria en el Aljarafe, conservada en el Museo Bellver, donde una de las protagonistas del cuadro mantiene una pose y una indumentaria muy similares a las de este retrato. Todo en este lienzo, donado hoy al Museo de Bellas Artes de Sevilla por Concepción Trigo, es un compendio del modo pictórico de Rico Cejudo, que tiene como indiscutible musa a la mujer castiza sevillana.
José Rico Cejudo nació en Sevilla en 1864. Inició su formación como pintor en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla de la mano de artistas como José García Ramos, Eduardo Cano y Manuel Wssel de Guimbarda. Con alguna de sus primeras obras obtiene cierto reconocimiento, pasando en 1888 a ser pensionado por el Ayuntamiento hispalense para continuar su formación en Roma. Allí permanecerá hasta 1895, años durante los cuales su estilo, aun en formación y sin definición, se vio fuertemente influenciado por el círculo de Fortuny. Acude a los estudios de José Villegas y José Gallegos, y visita Nápoles y Venecia, ciudad esta última de la que realiza numerosas vedute. Reflejan sus obras de este periodo sus recursos adquiridos: un dibujo vigoroso y firme, y un sentido del color de fuertes tonalidades pero sobrio de matices, composiciones equilibradas y asuntos que, aunque tienden a lo anecdótico, poseen sinceridad narrativa.