La exposición dedicada al cine mudo en Rusia es una selección de obras artísticas que transcienden a la propia imagen y a la estética. Como vehículo de transmisión cultural, el cine ha sido durante décadas un potente medio para atraer al público, bien sea para adoctrinarlo o con un fin lúdico. Lejos de su raíz ideológica, las imágenes promocionales del cine mudo ruso se han convertido con el paso del tiempo en iconos universales. La muestra se completa con producciones estadounidenses e italianas, que darán una visión general sobre el poder de unos símbolos para captar la atención del pueblo. La exposición está compuesta por 111 carteles y una decena de proyecciones de cine mudo.
En la primera década del siglo XX tuvieron lugar las primeras experiencias con los carteles del cine mudo. Desde sus inicios, estos trabajos gráficos se convirtieron en una parte inherente del paisaje urbano, en la plasmación no solo del mundo del cine, sino también de toda una época, siguiendo las corrientes artísticas. Los primeros carteles de cine buscaban complacer a la gran mayoría y se realizaban con distinto rigor y estilo artístico, pero todos se caracterizaban por su alto contenido emocional, apelando a las pasiones exóticas y emociones profundas.
Sus creadores a menudo se inspiraban en la estética de las viñetas «lubok», que empleaban formas vívidas y chillonas. Otro enfoque al que recurrían, muy propio del estilo moderno, consistía en apartarse del título, lo que abría una gran variedad de interpretaciones. Los carteles representaban composiciones impactantes y autónomas, muy acordes con en el espíritu simbolista.