Esta exposición se articula en dos grandes secciones, con diversos apartados cada una. La primera, Sevilla en el XVIII, es el exponente de su materialidad urbana, así como de sus relaciones políticas, reflejo del poder borbónico, y los contrastes sociales que se ejemplifican en la compenetración entre lo religioso y lo festivo. Los cinco ejes temáticos en que se divide son: Metrópoli de Andalucía; Escenario de poder; Religión y fiesta; Universidad Literaria Hispalense y Puerta del mundo.
La segunda sección se dedica al Nuevo gusto en la Ilustración, consecuencia de los cambios culturales, científico, artístico y arqueológico que se producen a lo largo del siglo XVIII en Europa y que también se manifiestan en Sevilla.
Especial significado tiene el desarrollo de la arqueología a partir de los descubrimientos de Herculano y Pompeya bajo el impulso del rey arqueólogo, Carlos III. Sevilla cuenta con Itálica y la figura de Francisco de Bruna, quien formó el primer museo arqueológico sevillano en el Real Alcázar, también aquí se ubicó la Academia de las Tres Nobles Artes, con vaciados extraídos de la colección Mengs. Este discurso se compone de cuatro apartados: Historia y ciencia en el mundo de las Academias; Un nuevo canon artístico; Ruinas de Itálica y Un museo en el Alcázar.