La idea de paisaje en Shore to Shore plantea una serie de conexiones de orden fenomenológico (cómo y por qué se producen los acontecimientos que definen el río), materialista (cuales son sus atributos físicos, orgánicos) y telúrico (qué impronta dejan sobre sus gentes). La primera se refiere a las formas de vida que han significado el río a lo largo de la historia; la segunda a su presencia física, a su estética; la tercera a la pertenencia simbólica de sus habitantes a dicho lugar. Si juntamos esas tres lecturas, nos damos cuenta que las obras que forman parte de esta exposición, no es que remitan al Guadalquivir, sino que directamente – y casi al margen de ellas mismas – son el Guadalquivir.
Shore to Shore consta de cinco propuestas autónomas y complementarias. Cada una de ellas se despliega libremente por la Sala de Iniciarte sin títulos que las identifiquen. La ausencia de títulos convierte la exposición en una suerte de hábitat, una extensión del entorno natural, donde aquello que vemos no dispone de etiquetas ni de informaciones; un entorno que no evoca ni representa, sino que simplemente existe.